Cuentos en la literatura Española

España se incorpora tarde al gran auge de la literatura infantil del siglo XX. Es cierto que hay autores de prestigio que dedicaron algunas obras a los niños, como Valle-Inclán, con La cabeza del dragón; Jacinto Benavente, autor de El príncipe que todo lo aprendió en los libros, o Eduardo Marquina, que escribió La muñeca irrompible.

Pero antes de la Guerra Civil española sólo tres nombres de prestigio destacaban en el panorama español: Salvador Bartolozzi, Elena Fortún y Antoniorrobles.

Bartolozzi creó las famosas aventuras de Pinocho y Chapete y las de Pipo y Pipa. Aunque Pinocho toma el nombre del personaje italiano, tiene características propias que no coinciden con las de Collodi. El Pinocho de Bartolozzi es un muñeco idealista y aventurero que necesita un contrapunto, por lo que su autor crea otro personaje que le acompaña, el realista y enredador Chapete. Estos dos personajes se convirtieron en la lectura popular de los niños españoles e hispanoamericanos de los años treinta.

 

 

Elena Fortun
Elena Fortun

Elena Fortún fue la autora que abrió las puertas de la realidad en la literatura infantil. En sus libros aparecían personajes y situaciones que los jóvenes lectores podían reconocer fácilmente en su vida cotidiana. Su forma de escribir amena y ágil, en la que no falta la ironía hacia el comportamiento de los adultos, logró crear un personaje, Celia, que sigue gozando del favor de los lectores de hoy.

Antoniorrobles es un autor preocupado por transmitir un mensaje de bondad a los niños y que cree en el valor pedagógico de la literatura infantil. Su dedicación a este género fue total. Tanto mientras vivió en España como cuando tuvo que exiliarse en México, escribió cuentos y fue profesor de Literatura infantil en una Escuela Normal de la ciudad de México.

La Guerra Civil española (1936-39) truncó el camino iniciado por estos autores y hasta los años cuarenta no aparecieron nuevas plumas, como Borita Casas, que creó un personaje que se hizo famoso en su época, Antoñita la Fantástica; a través de esta niña de fuerte imaginación, la autora denuncia los defectos de la sociedad y los adultos de la época. En una línea más cercana a la literatura tradicional destaca María Luisa Gefaell, premio Nacional de Literatura en 1950, que realizó descripciones de la vida de los niños en las tierras de Castilla a través de su personaje Antón Retaco.

 

 

Entre las escritoras y escritores que gozan actualmente de un reconocimiento merecido, figuran Montserrat del Amo, premio Lazarillo en 1960 por su obra Rastro de Dios; Carmen Vázquez Vigo, Mambrú no fue a la guerra (1970); Ana María Matute, una escritora de adultos que ha escrito libros de gran calidad para los niños, en los que combina una rica fantasía con un tono poético y la excelente construcción de sus obras, El saltamontes verde o El polizón del Ulises, premio Lazarillo 1965; Carmen Kurtz, creadora de un personaje, Oscar, un simpático chico de 12 años, y que en 1964 ganó el Premio CCEI con Oscar, cosmonauta, y el Premio Lazarillo en 1964 por Color de fuego. Otros autores significativos son: el poeta Jaime Ferrán, Marta Ossorio, María Isabel Molina y su hermana Pilar Molina, así como Gloria Fuertes con sus personales versos para los niños.

En la década de 1975 a 1985 se produjo en España el llamado boom de la literatura infantil y juvenil, en el curso del cual surgen los nombres más significativos de la actualidad:

Fernando Alonso, con El hombrecito vestido de gris (1978); Consuelo Armijo, creadora de unos personajes fantásticos, Los Batautos, Premio Lazarillo 1974, que representan el “nonsense” español; Joan Manuel Gisbert, uno de los autores de más prestigio en la actualidad, dedicado a la novela fantástica de ciencia ficción, autor de El misterio de la isla de Tokland, premio Lazarillo en 1980, un libro que no deja de reeditarse, o Escenarios fantásticos; Jordi Sierra i Fabra, un autor muy prolífico que ha escrito en todos los géneros —en la ciencia ficción destaca su trilogía “El ciclo de las Tierras”— y que en los últimos años se inclina hacia la novela realista con una excelente novela, Noche de viernes (1994), o Juan Farias, una de las voces más personales y prestigiosas de la actual edición infantil, premio Nacional de Literatura Infantil en 1980 con Algunos niños, tres perros y más cosas.

 

El mayor cuidado en la edición y un afán de llevar los libros a los lectores más jóvenes e incluso a los prelectores, originó también en la década de 1980 un magnífico auge de la ilustración española, considerada como una de las mejores del mundo. Destacan entre otros los nombres de Miguel Calatayud, Alfonso Ruano, Carme Solé, Asun Balzola, Arcadio Lobato, Alicia Cañas o Javier Serrano.

 

Dime y lo olvido,

enséñame y lo recuerdo,

 involúcrame y lo aprenderé

Proverbio chino